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Ser mod es una manera de estar en el mundo. Una actitud frente a la vida que empezó personificada por un grupo de jóvenes dandis que anhelaban rodearse de todo lo moderno y sofisticado que estaba ocurriendo a finales de la década de los 50 en Inglaterra, y que procedía especialmente de Norteamérica. De hecho, fue tal la fascinación por lo desconocido, por atrapar las nuevas tendencias que florecían en Occidente tras las atrocidades de la II GM, que los Modsse adentraron en la exaltación capitalista del consumo, pues lo que verdaderamente querían era consumir. Y en efecto, consumir lo que fuese moderno.

Este delirio consumista les llevaría a desarrollar cierta fatiga auditiva por todo aquello que fuese ajeno a sus reglas, materializadas principalmente en la ropa, la música y en su comportamiento cotidiano. Esto nos remite al fragmento que recoge Ángel de la Iglesia en Londres 1960-66:

Es el estilo de vida lo que les hace únicos, no el dinero, el poder, la posición, el talento o la inteligencia. Y, como la mayoría de la gente que basa su vida en el estilo, son, en general, gloriosamente cínicos respecto a todos los demás. [...] y les importa muy poco Vietnam, a guerra, la bomba atómica y demás... salvo que los uniformes del ejército inglés son terriblemente feos. (Tom Wolfe, 1968).

 

Así es, lo que realmente movía a los Mod será disfrutar de su juventud al máximo y por ello gastaban todo su dinero y tiempo libre en lo que les gustaba. De ahí que su estilo de vida pasara a denominarse "la vida total" y la canción Friday on my mind de la banda The Easybetas se convirtiera en un himno de la filosofía mod: trabajar durante la semana pensando en volver a bailar y divertirse otro viernes y fin de semana más. Dick Hebdige habla de que "vivían, por así decir, entre las hojas del calendario laboral, en esas bolsas de tiempo libre que son las únicas que daban algún sentido al trabajo".

 

El viernes por la tarde había una cita imprescindible en toda agenda mod. Era el momento de la emisión del programa televisivo “Ready, Steady, Go”, donde acudían como invitados artistas musicales del momento. A partir de la emisión del programa, se iniciaba un fin de semana de fiestas que se prolongaban durante toda la noche, los allnighters[1], en las que se colaban las anfetaminas como la manera de conseguir aguantar ese ritmo frenético. No obstante, Hebdige afirma que durante estos tiempos de ocio había que hacer otro tipo de trabajos: "scooters que abrillantar, discos que comprar, pantalones que planchar, estrechar o recoger de la lavandería, cabellos que lavar y secar con secador y cepillo...".

 

Los clubs y las discotecas pasaron a ser el territorio donde expresar el estilo mod, desde la ropa, los peinados hasta los pasos de baile con los que pretendían sorprender al resto. En especial, los Modsfrecuentaban el barrio londinense del Soho donde surgieron clubs dedicados exclusivamente a ellos. El más famoso fue The Scene, que contaba con la música de Guy Stevens, el mejor Disc Jockey de la época; La Discotheque, que dejó de lado la música en directo para dar protagonismo al baile, y Jazz at the Flamingo donde se escuchaban ritmos dedicados esencialmente a la población negra, con los mejores temas de Rhythm and Blues.

 

Y otro elemento que se convirtió en esencial mod fueron las scooters, las más populares las Lambrettas y Vespas, dado que estas se caracterizaban por una línea bonita y limpia en contraste con las ruidosas motos que conducían los rockers, el grupo juvenil con el fueron enemistados por la prensa. A banda de servir para moverse, la scooter se convirtió en un elemento de culto y competición ente los Mods. Lo imprescindible era llevarla a la última y suficientemente personalizada, al mismo tiempo que estar a la vanguardia de las nuevas tendencias, porque la moda en los scooters también cambiaba.

La obsesión por estar cool a todas horas llegó a ser perturbadora, hasta el punto de desarrollar una forma particular de andar que consistía en hacer pasos cortos moviendo los hombros al ritmo, o caminar con las manos agarradas a la espalda por debajo del abrigo para que así se viese el look que llevaban puesto. Y si se ponían las manos en los bolsillos, los pulgares siempre quedaban fuera.

​[1] Allnighter. Concepto que nació en el barrio londinense del Soho para designar los bares que quedaban abiertos toda la noche y donde en sus inicios se hacían conciertos de jazz y skiffle.

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